La tristeza de optar por la muerte

Acogemos con profunda tristeza lo que ocurrió el pasado 11 de febrero en el Congreso, me refiero a la aprobación de la proposición de ley sobre eutanasia. Aunque ya era esperado, no deja de sobrecoger este paso en firme. Se pretende reconocer como derecho el matar a una persona que sufre o permitir que nos suicidemos. ¿Cómo es posible que podamos favorecer -ante una situación de sufrimiento- la destrucción de una vida? Parece que hemos perdido el juicio y el sentido común. La respuesta más humana ante una persona que sufre no es matarla, sino quitarle el dolor y aliviarla en su sufrimiento, tratarla con el respeto debido a su dignidad, cuidarla con ternura y amor y, sobre todo, hacerle ver que no es una carga o un trasto inútil, que no va a ser abandonada o conducida a la soledad, que su vida nos importa y que estamos realmente comprometidos en mejorar su situación. En este sentido, apelamos a nuestros gobernantes a que hagan una verdadera apuesta por los cuidados paliativos, que todavía se hace esperar. Y eso sí que es sangrante y urgente.


La experiencia nos demuestra de forma tozuda que cuando alguien pide morir, no demanda que se la mate; sino que es la forma de reclamar el ser tratada como persona, no ser considerada un trasto viejo e inútil, una carga molesta que a nadie le interesa, al que se abandona a la soledad más absoluta porque nadie quiere comprometerse con su realidad. Nadie pide morir cuando es capaz de encontrar sentido a su vida. ¡Ahí tenemos una gran responsabilidad!


Hemos optado por el camino fácil. Se ha votado por dar un paso más hacia la deshumanización de nuestra sociedad, se ha optado por la muerte. Quizás porque se ha perdido la esperanza, el amor verdadero tejido de sacrificio y compromiso con el otro que me necesita. Poco se puede esperar de un Gobierno que decide facilitar la muerte de sus ciudadanos y de una nación que acepta impasible su destrucción.


Nos sentimos responsables de este hecho, a pesar de que como sabéis siempre hemos mostrado nuestra oposición a todo atentado hacia la vida humana. Quizás no hemos hecho lo suficiente. Por ello, a ti, hombre o mujer, que quizás pidas morir porque no eres tratado con humanidad, queremos decirte que nos perdones porque no hemos sabido estar a la altura de tu dolor y sufrimiento. Pero al mismo tiempo queremos que sepas que seguiremos haciendo lo que esté en nuestra mano para proclamar con fuerza que tú nos interesas, que tu vida es valiosa y que allí donde estés defenderemos que seas tratado como un ser humano, con la dignidad y el amor que tu vida merece.


Mª Esperanza González Domínguez
Presidente Asociación Cántabra Pro-Vida